domingo, 23 de junio de 2013

Bajo la tenaza de Mariscal

Podríamos llamar sed ese esperar los viernes
a que saliera el barco hacia Mallorca
ver asomadas en el horizonte
tres islas redondas de gente desnuda
provocan un deseo a calmar con vino en el otoño
y esperar la madrugada sin abrigo.

Vacío salió el ferry aquel viernes que tu soga me ató al puerto.

Luego subí al teleférico y atravesé la playa 
en una cabina que llamé helicóptero
roja y el fondo ocre.
Colón me apuntaba.

Volverían por última vez los tintos de verano
pero nunca más la escarcha en las ventanas
la alfombra de hojas y el olor a albahaca de las ramblas en primavera.

Ese abril no llegaron las golondrinas.
El tiempo nos había abierto un paréntesis que ahora cerraba.

Hacía un año que los acróbatas habían bajado de Montjuic
sólo quedaban algunas banderolas
y los pósters enrollados en el armario.

Tuvimos un San Juan y lo hicimos arder
los recuerdos son el material más combustible.
Tomamos cava y jugamos cartas
hasta que nos amaneció el primer día del verano.

Hicimos promesas que aún no hemos cumplido y lancé deseos a lo eterno
para que las brujas se acordaran de mí
allí
palpitando sobre mi terraza
temblando en cada campanada.

Aquella noche me senté angustiada en las rodillas del apóstol.

La hoguera de San Juan se extinguía en la plaza,
junto a la fuente.

Otoño, 1993

2 comentarios:

  1. Marian que hermoso y nostalgico, pero como siempre que escribes algo tienes el poder de transportarlo a uno a diferentes dimensiones y los sentimientos se ponen a flor de piel. Dios e bendiga muchachita y te conerve ese don que te dio............................

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchísimas gracias, querida Zadig, por tus lindas palabras. Un abrazo grande que me gustaría darte en persona.

      Eliminar