Mi querida amiga Silda vino a visitarnos, y de pronto me doy cuenta de que se ha ido, y que volvemos a ser nosotros en esta ciudad lejana. Cuento los días cada vez que un amigo de toda la vida anuncia que viene a visitarnos, y entonces cuando está aquí apuramos las risas, los cuentos que faltaban por echarnos, los abrazos que el skype no facilita. Y cuando se va queda una nostalgia enorme, la nostalgia de aquel día a día que echamos de menos, ese juego terco de la memoria.
No hay comentarios:
Publicar un comentario