Siempre he pensado que encerrarse es una escapatoria divina. A veces
meternos en nuestra propia cueva nos hace descubrir lugares insospechados,
especialmente en los recuerdos.
Hoy no he salido de la casa y me dediqué a buscar papelitos de los montones
que guardo en cajas diferentes. Me tropecé con hojas de árboles, flores secas
y cientos de tarjetas, también abundaban las postales venidas de todo el mundo.
Cada cosa me recordó un evento y terminé aturdida.
Resulta que había decidido huir hacia adentro para evitar la ciudad, y
terminé abrumada por unos recuerdos que tuve que volver a encerrar.
Los encierros hacia adentro duelen, por eso es mejor ponerlos en cajitas
pequeñas, separados por grupos y abrirlas de a poquito, nunca todas juntas, si no
quieres pasar un día tan nublado adentro como afuera.
YO TE LO LEO
Si estás ocupado y no puedes sentarte frente a la pantalla, no te preocupes, yo te leo El Encierro. Sólo tienes que hacer clic AQUÍ para escuchar el texto.
YO TE LO LEO
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