martes, 19 de marzo de 2013

El hombre par


Nadie recuerda ya a El Hombre Par, uno de los primeros dibujos animados japoneses que pasaban en la televisión por la tarde de aquellos días de semana de hace más de treinta años en Venezuela. Les pinto algunos detalles: la casa de El Hombre Par era una casa japonesa de gente sentada en el suelo y puertas corredizas fabricadas con papel de arroz sostenido por listones. En el hombre par vi por primera vez los cuencos típicos japoneses y las maniobras de comer con palitos.

Lo mejor de este dibujo animado era que el niño, el protagonista, tenía en su armario, escondido de su familia, un clon, es decir, un niño igualito a él, salvo por la nariz que en el doble era redonda y algo roja, como la de Rudolf, pero discreta.

El niño, del que recuerdo su cabeza, sus ojos redondos y su voz, pero no su nombre, debía escabullirse entre los miembros de la familia y la escuela, abrir su armario, poner a funcionar a par a través de su nariz y aleccionarlo sobre las tareas –especialmente las escolares- que eran las que le tocaban hacer a la réplica.      

El par era obediente y siempre sonreía, aunque en varios capítulos mostró evidencias de cierta autonomía de pensamiento o de decisión, lo que traía como consecuencia algunos nudos en la trama y ponían al niño a desenredar el asunto y a explicar cómo podía estar en dos sitios a la vez y cosas así.

Sin embargo, lo mejor del hombre par, además del hecho de tener un símil que le resolviera los problemas escolares, era que el niño aprovechaba el tiempo libre para salvar al mundo. Un ser superior, unos marcianos, un dios o alguien le había dado ese recurso para que el niño cumpliera su misión de super héroe. Niños que se iban a ahogar, viejitas desprevenidas, gatos en los árboles, todos recibían el auxilio del pequeño de capa y antifaz.

Hoy hay noche de enorme luna, una noche como de recuerdos remotos en estos tiempos de clonaciones, tormentas, homínidos nuevos en Indonesia y eclipses totales. Un momento para recordar los pares de hígados que pueden salvar vidas, los pares de corazones, de piel, de células madres que crecen y reproducen defectos y virtudes. Noche de un deseo con clon, por el super héroe que nos toca ser a cada uno en este día a día.

Octubre de 2004

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